Hay algunas cosas que todavía me gustan de Casi verde.
Versos ingenuos, diría Norberto de la Torre.
*
—Yo
es un nombre de nube
ciega que se calla, se suicida—.
*
Éste es el viaje más largo,
el más seco.
Cansa el viaje, las ruedas,
la noche cansa y los recuerdos.
*
Sobre nuestras espaldas
con nuestros nombres
las sombras de octubre
se están volviendo niñas.
De vuelta a casa,
con los ojos semiabiertos
y la boca llena de promesas
cada quien encuentra una caricia
de sal
regalo del espejo.
Nadie sobrevive si entonces
los presentes nos escupen ruegos
en la nuca.
*
Tengo aún bajo mi almohada
la pregunta azul
y su dolor borroso.
*
Yo alcanzo a recordar:
vengo a ofrecerles
los lunares de la última mujer
que me ofreció sus brazos.
Tierra y Sueño
anidando
en la matriz del olvido.
*
Yo no quiero irme
porque los que abandonan su cuna
deben estrenar
una piel azul cada semana
—y por una extraña razón,
las estrellas comienzan a odiarlos—
*
Vamos olvidando
la oración de las tardes
los noventa y nueve signos de dios
y la voz de los niños.
Aquí de nuevo
—por doceava ocasión—
hace falta un monarca.
2 comentarios:
Qué curioso.
El contenido cromático de los versos hacen que el verde proclamado en el título se difumine y sea un azul constante...
es un azul casi verde
y también
un rosa casi verde
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