Y él estaba cantando eso que yo no sabía ni siquiera que quería cantar. Rompiendo todo lo que yo no sabía que quería romper.
Y sólo lo miré de reojo, pero enseguida entendí que su voz era la misma voz que tenía atorada en la garganta, que le dolía lo mismo que a mí me dolía y, por eso, el mundo parecía más habitable, y había oportunidad de nombrar las cosas y soñar que el paraíso era posible.
1 comentario:
Que poético... me gustó mucho.
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