Hubo un momento en que creí que iba a llover
cruzó el viento de mi infancia por los patios
el cielo se precipitó sobre las cristales
y las flores brillaron anticipando el rocío.
Creí que iba a llover
y mi cuerpo lo agradeció con un estremecimiento
y la casa
y todos sus fantasmas
extendieron su sombra blandamente.
Conforme el día sucedió
fuimos volviendo la mirada hacia nuestros pies
cansados
y el calor fue ganando espacio desde el centro de la tierra
como nace el mal desde la semilla.
No creo más en la lluvia.
Pero mi cuerpo aún teme la promesa.
1 comentario:
A mí, a la inversa, me sucede que ya casi, en lo único que creo, es en la lluvia.
Me gustó tu poema.
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