5.2.09

Las aguas vuelven a su cauce

Comentario de Claudia Posadas en Círculo de poesía:

Por este conducto felicito enormemente a Javier Sicilia, voz poética poderosa y profunda, que es una muestra de la vastedad y riqueza de nuestra gran tradición de la poesía mexicana.
La de Sicilia es una poesía que ha sido mal leída, o leída con el prejuicio que conlleva todo discurso místico contemporáneo. O peor, ni siquiera ha sido leída; nomás hacer referencia a ella, la ignorancia y la banalidad de nuestros tiempos tendería a descalificarla.
La obra poética de Javier es una exploración honesta y de grandes honduras donde se reflexiona acerca de la posibilidad del espíriú en una modernidad que ha matado a sus antiguos dioses.
Es una poesía que, en el trayecto, ha vivido transformaciones, pertinentes a todo proceso exploratorio de conciencia y de fe, y su consecuente porceso estético. Su “Lectio”, o maduración interior, a manera de un monje medieval, de una enseñanza, de un escrito, y, en caso de Javier, de su discurso poético, y de su porpia búsqueda interior, lo ha llevado a escribir uno de los testimonios más relevantes y trascendentes de, repito hasta el cansancio, nuestra gran, vasta y rica tradición de la poesía mexicana. Su palabra es reflejo de la contadicción, del absoluto extrañamiento y del vacío que entraña el silencio de lo vasto en un mundo que se derrumba; una metáfora que refleja esta situacióon podria ser uno de los pasajes de una novela de Sicilia, “Viajeros en la noche”, donde, mientras el personaje está encerrado en un templo, por circuntancias varias, afuera se desarrolla una masacre terrible, sin que el personaje dicho pueda hacer nada para detenerla, y sin que silencio responda por estos hechos.
Es, nada más y nada menos, que el drama de la fe, asunto humano, universal y antiguo que Sicilia nos viene a recordar, y que además, sigue vigente.
Es, nada más y nada menos, en la poética de Sicilia, “La presencia desierta” (título, por cierto de su poesía reunida en el FCE, que resume perfectamente lo que ha sido la trayecotria, el camino del autor) , la fe que en el desierto del mundo, alumbra los caminos del poeta.
Ahora bien. Javier Sicilia es un poeta católico, en dos sentidos a) porque él es católico y así lo ha manifestado, y sin embargo es un “católico de izquierda” que no se ha detenido en criticar acciones o personajes o instancias de su creencia. Es como una especie de “objetor de conciencia” de su iglesia. b) y porque pertenece, es el heredero natural, de una tradición muy importante de poesía católica que ha sido desdeñada pero que tiene en su haber voces tan importantes como Concha Urquiza, otra olvidada, Joaquín Antonio Peñalosa, el interesantísimo padre Ponce, Carlos Pellicer, Ramón LópezVelarde, nada mas y nada menos que los “tres poetas católicos” que Gabriel Zaid ha señalado en el libro homónimo, etcétera.
Sin embargo, lo relevante de esta información, es la manera en que el dogma, si bien está presente en la creencia del autor, en su obra se ha diluido o tiene un papel secundario para llegar a una problemática más profunda y simbólica de lo humano, que es el problema de la fe que se ha mencionado, y que representa una evolución en la añeja tradición a la que Sicilia pertenece.
Gran parte de la obra de este autor está impregnada del dogma: ciertas temáticas, personajes de sus poemas, referencias, formás retóricas, etcétera. Pero por supuesto, eso no demerita momentos espléndidos y cimas de este trabajo.
Pero de algún tiempo a esta parte, leemos ese testimonio del espíritu que desciende a sí mismo para buscar respuestas que se mencionó con anterioridad. Esta trayectoria puede verse, de manera evidente, en la poesía reunida del autor editada por el FCE. La última sección de ese libro, que lleva el título de “Lectio”, contiene acaso los poemas más intersantes del autor, y la desembocadura estética y ética de su poryecto literario y de conciencia.
Son textos donde el poeta libre de toda atadura, de toda forma, del dogma en que inevitablemente cree, se convierte en un espíritu en carne viva. Si bien hay referencias a personajes y ciertos aspectos de lo católico, la libertad formal, temática, y de expresión que se permite el poeta, representan un discurso contemporáneo que rompe toda atadura, y que representa, por ser el testimonio honesto y profundo de un yo, una sensibilidad del todo humano.
“Triptico del desierto”, que ahora recibe el Premio Nacional de Poesía Aguscalientes 2009, casi podría asegurarlo, debe pertenecer, a esta índole innovadora en la propia voz de Sicilia, y de la tradición a la que pertenece.
La obra de este autor, que además ha relaizado una vasta obra narrativa, ensayísitca y de traducción muy importante, debe ser vista en términos de conocimiento de causa, fuera de todo prejuicio. Debe ser estudiada en su profundidad, y sobre todo, nos invita, en estos tiempos de superficilaidad, a llevar a cabo nuestra propia “peregrinación a las fuentes”, AHORA QUE LAS AGUAS HAN VUELTO A SU CAUCE.

1 comentario:

tazy dijo...

jamás lo he leído pero mi jefa es su superamiga :D tons ahora haré que me lo presente para decir qeu estoy rodeada de poetas





igual y no es su superamiga pero se concoen ja!