15.10.07

ARS POÉTICA

Siempre he aspirado a una forma mucho más amplia
que, libre de las aspiraciones de la poesía y la prosa,
nos dejase entendernos sin exponer
a lector y autor a sublimes agonías.
En la esencia misma de la poesía hay algo indecente:
Expresamos cosas que ignorábamos tener en nosotros.
De modo que parpadeamos como si hubiera saltado un tigre
y estuviese en la luz moviendo la cola.
Por eso dicen justamente que un demonio dicta la poesía,
aunque es exagerado sostener que se trata de un ángel.
Es arduo adivinar de dónde viene el orgullo de los poetas
cuando tan a menudo quedan avergonzados
por la revelación de su fragilidad.
¿Qué persona razonable sería una ciudad de demonios
que se portan a sus anchas, hablan en muchas lenguas
y, no satisfechos con robarle sus labios y sus manos,
trabajan en cambiarle el destino para su convivencia infernal?
Es cierto que hoy se aprecia mucho lo mórbido;
por tanto acaso pienses que sólo estoy bromeando
o simplemente has encontrado otros medios
de alabar el arte sin ayuda de la ironía.
Hubo un tiempo en que sólo los libros sabios eran leídos
y nos ayudaban a soportar nuestro dolor y sufrimiento.
Esto, después de todo, no es lo mismo
que hojear cientos de obras recién salidas de clínicas psiquiátricas.
Y sin embargo es diferente de lo que parece
y nosotros somos distintos de cómo nos vemos en nuestros delirios.
Por tanto las personas preservan su identidad silenciosa
y ganan el respeto de sus parientes y vecinos.
El propósito de la poesía es recordarnos
qué difícil es seguir siendo una sola persona,
ya que está abierta nuestra casa, no tiene llaves
y huéspedes invisibles entran y salen a su antojo.
De acuerdo, no es poesía lo que ahora digo:
Los poemas deben escribirse rara vez y de mala gana,
bajo penas intolerables y sólo con la esperanza
de que los buenos espíritus, no los malos, nos elijan como instrumento.

(Czeslaw Milosz, Ars poética,
traducción de José Emilio Pacheco)

1 comentario:

saiz dijo...

Poema porque se mueve en la frontera de lo decible, en la barrera de lo palabrable.

Porque llega donde no llega el lenguaje.

Porque dice lo que no puede decirse.

Porque se lee, se lee y no se gasta.