pertenecer a este planeta,
pero entiéndase bien: sólo por hoy,
sólo por esta vez.
No se me tome por contrarrevolucionario.
Sólo por unas horas.
Hay que comprenderlo.
No me importa por hoy
pertenecer al bando oscuro
o claro de los hombres.
De todo hay en la fiesta.
Toda clase de baile se cultiva.
Sólo siento esta vez
unas ganas dulcísimas,
ganas empalagosas
de matar un hombre
-pudiera ser yo mismo-
o una mujer,
por nada, sin otivo,
como un supremo lujo irrealizable.
Ganas terribles
de que nuestras sagradas asambleas
de ranas que barritan
y canguro que graznan
estallen como el vientre
de la chinche golosa.
Pero eso es todo, amada.
Simplemente por hoy,
aunque no constituya precedente,
como un relámpago sucio
contrario a los principios esenciales,
por esta vez, insisto,
sólo por media hora,
vuelvo el estómago,
hago del cuerpo con la boca
de sólo ver un traje o unos poemas
tejidos por los hombres.
(Eduardo Lizalde, de El tigre en la casa)
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