21.11.13

CARTA DE RUMBOS

Si pudiera decirte
hermana mía
que como ayer
los médanos
están abiertos a mis aventuras,
y el resplandor
íntimo
me permite creerte.
Si pudiera
negar
las cóleras del pasado
y mis severas compulsiones.
Si pudiera hoy
enclaustrar en mí
el embeleso de ese entonces,
sin dejar de entusiasmarme así
con la fiesta ruidosa de los astilleros,
notar el perezoso paso de la draga,
iniciar con el agua a las rodillas
la invasión del légamo y su limo.
Si pudiera desear
ser bogavante
y sigiloso
encontrar nuestro rumbo entre el invierno.
Si al olvidar la angustia cotidiana
nuestros desvelos me exaltaran,
y la fascinación de una muchacha triste
poblara mi libro con nuevas narraciones.
Si todos juntos
volviésemos a disfrutar
de una tarde de ocio en el rompeolas
y ajenos al secreto,
atentos,
escuchásemos triviales comentarios.
Si el mejillón fuese alimento de los pobres
y tú pudieras conformarte con olivas robadas a hurtadillas,
estremecerte con el cadáver del ahogado,
y no enfermar
y ser blanda
y ser serena.



(Jorge Ruiz Dueñas, de Carta de rumbos)


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