de mejorar mi vida.
Pero quitarse lo imposible
como si fuera un zapato que pisó
la noche, que aplató la hora última de la noche, y quedó
con media suela
sucia, embarrada, oscura,
no está en mis manos.
Arrancarse del frío.
Hacerse a un lado como quien ve venir en la acera
una mujer con bolsas
o un hombre con cajas
no es tarea de ciegos, no es labor de vagabundos.
Se oyen pasar sirenas de patrulla.
A esta hora
la oscuridad es sólo sonidos de ambulancia
y pasos de prisa. Eso es un hombre solo.
Y no logro cumplirme.
Mantener las promesas que le hice a mi cuerpo.
Porque de noche empeño mucho mi palabra,
me ofrezco muchas cosas limpias,
muchos suelos comunicantes,
mucho
de ése que me gustaría ser.
Pero uno despierta.
Ése es el problema.
(A.E. Quintero, Cuenta regresiva)
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