Yo no podría sentarme a mirar
cómo se desmorona la casa
quisiera correr a gritarle a todos
que los cimientos tiemblan
igual que los amados a punto de morir.
Pero son tan pocas mis fuerzas
estoy tan agotada
que cierro los ojos
abrazo mis piernas
y canto como la niña triste
que no he dejado de ser.
1 comentario:
Desgarrador, pero hermoso, pero en más de las veces necesario, para que el ave Fénix mueva sus alas.
SALUDOS
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