9.6.07

Presentación

donde se arrastra los mutilados
se abrió paso la raíz
y sobre ella la casa


Todos pertenecemos a una casa, un linaje de pasado y presente, el recuerdo de lo que fuimos y la incertidumbre de lo que somos. Una casa que se afana en repetirnos nuestra pertenencia y que constantemente nos arroja a construir otras casas. La casa con sus muros, sus ventanas, su inquebrantable paciencia, sus moradores, sus árboles y sus tormentas también suele ser una prisión. Entonces huimos como la zorra que presiente el disparo fulminante del cazador, luego la nostalgia. La necesidad de regresar y la imposibilidad de hacerlo nos lleva a recorrer ese camino de ida y vuelta, en círculo, hacia el horizonte o a las sombras. “Esta casa lo sabe todo”, entonces el espanto.
Arlette Luévano conjura la vida entre los techos y los patios de su casa, la suya que puede ser la nuestra, la de todos, la de cada uno. Casa en ruinas se tambalea entre el grito jubiloso y el lamento, entre los ritos cotidianos de una simpleza dulce y por demás aterradora.
“¿Quién dirá que la inocencia yace en mis palabras?” se pregunta la autora que quizá conoce la respuesta o la ausencia de nuevas palabras para nombrar lo indefinible. Y aparecen entre las páginas una hermana y sus sirenas, un hermano y la tempestad, un padre “como lluvia púrpura”, y la madre, “girasol en llamas”, pero aun conjurándolos como una cosa, sólo queda la certeza de la condena y “el nudo al final de la soga”.
Casa en ruinas y sus dos habitaciones, Declaraciones y Voces que se pierden, es luz y árboles, “hálito de cobre” y mar, despedida y amanecer, vida, la vida y sus regalos de dolor o esperanza. La vida como casa y la casa que “envejece más de prisa/ porque ha presentido la eternidad/ que viene a instalarse en sus escombros”.
Una invitación a esta casa es absurda, ¿quién es invitado a la propia?
Quizá sea necesario cada dos días sentarnos en el resquicio de una puerta, cerrar los ojos y escuchar la casa, y quizá Arlette Luévano nos ayude a comprender que entre las ruinas, la vida se manifiesta.
(Texto leído por Sofía Ramírez,
para la presentación de Casa en ruinas,
el 8 de junio en Casa Terán)

3 comentarios:

Leticia Cortés dijo...

Mi estimada!! mándeme su libro, para presentárselo acá... ya sabe, lo estoy esperando eh?? a ver si ya, POR FIN! después de 10 años de conocernos cybernética y poéticamente, se nos hace echarnos una chela para conocerte la cara! JAJAJAJA un besimísimo, salúdame a Millie!

Ismael Lares dijo...

kionda comadre!
pss no pude ir a chihuas...
ya ni modo,
surgió un problemilla
familiar
kelehacemos
espero verte
en otro
laredo
1
abrazo
!

Dorix dijo...

Me encantó la presentación y vaya que pocas veces me gusta una presentación. ¡Felicidades!