He conocido el atardecer y el frío, el mar en la memoria y la flor sobre el pecho, el placer de la espera y la procacidad de la página en blanco.
Aprendí a cerrar los ojos, a abrazar mis piernas, a bailar sin compañía, a mirarme en ojos ajenos.
Desde aquí debo contar quién soy, pero sólo puedo confesar que no lo sé.
Nací sin poder decir más que el dolor de no saber mi nombre, expuesta mi desnudez a la indiferencia y al olvido.
Ahora hay quién me llama, aunque para hacerlo pone en evidencia mi origen incierto, mi piel nevada, la confusión de los signos en mi carta astral.
Yo respondo con la palabra hecha por mis manos: aquí estoy pero no vengas.
Si abro los ojos es porque estoy soñando. Salen mis pesadillas a poblar el mundo.
Pero siempre, a pesar de todo, la mañana me toca en el rostro y la promesa de un viaje me guía hasta alejarme.
4 comentarios:
Pasando a conocer tu blog. Andaré de visita.
Saludos
Gracias... ¿qué te parece?
PERCIBO TRISTEZA, DEMASIADA TRISTEZA.
Hola Arlette.
Regreso y regreso a este poema, (como si tus pesadillas se hubieran instalado en mi mundo).
He sido una lectora silenciosa, pero este texto ha sido tan poderoso que hasta la timidez he olvidado. :)
Ojala que te llegue mi sonrisa y mi saludo.
ASH.
P.d. Y si: Siempre, a pesar de todo, la manana.
Publicar un comentario